Gas radón (Rn-222) en el aire interior: Cómo se genera y por qué representa un riesgo para tu salud
El gas radón es un enemigo silencioso presente en nuestros hogares y lugares de trabajo.
Es un gas radiactivo, incoloro e inodoro, que se genera de forma natural por la desintegración del uranio en el suelo, las rocas y, en menor medida, en el agua. A simple vista no presenta señales de alerta, pero su inhalación prolongada puede tener graves consecuencias para la salud.
¿Qué es el radón y cómo se genera?
El radón (símbolo Rn, número atómico 86) es un gas noble radiactivo, sin color, olor ni sabor. Se genera de forma natural en la corteza terrestre a partir del radio-226, que a su vez es producto de la desintegración del uranio-238, presente en rocas y suelos, especialmente en granito, esquisto, pizarra y otros materiales ricos en uranio.
La cadena radiactiva comienza con el uranio-238, que se descompone a lo largo de miles de millones de años, formando radio-226, el cual tarda aproximadamente 1600 años en desintegrarse. Este radio-226 se transforma en radón-222, un gas capaz de desplazarse fácilmente a través del suelo y fisuras del terreno hasta acumularse en espacios cerrados.
Periodo de semidesintegración y movilidad del radón
El radón-222 tiene un periodo de semidesintegración de 3,8 días, es decir, en ese tiempo su concentración se reduce a la mitad por su naturaleza radiactiva. Mientras se desintegra, emite partículas alfa, que pueden dañar las células cuando son inhaladas. Su condición de gas noble le permite atravesar casi cualquier material, desde rocas hasta muros, y desplazarse grandes distancias en el subsuelo.
Cadena de desintegración
Tras el radón-222, el proceso continúa con una sucesión de isótopos radiactivos (conocidos como progenie del radón) con periodos muy cortos de semidesintegración (minutos o segundos), que incluyen polonio-218, plomo-214, bismuto-214, polonio-214, y finalmente, un isótopo estable, el plomo-206.
Estos descendientes emiten radiación alfa, beta y gamma, y son los responsables principales del daño pulmonar al depositarse en las vías respiratorias.
Efectos en la salud y presencia en edificios
El radón a diferencia de la mayoría de los gases, es radiactivo, lo que significa que libera partículas alfa al desintegrarse. Estas partículas, aunque no atraviesan la piel, dañan gravemente el tejido pulmonar cuando se inhalan.
El radón actúa silenciosamente durante años. Se estima que con cada incremento de 100 Bq/m³, el riesgo de cáncer de pulmón aumenta un 16%. Los fumadores son los más vulnerables: su riesgo de desarrollar este tipo de cáncer puede ser 25 veces mayor que el de una persona no fumadora expuesta al mismo nivel.
Algunos estudios recientes han explorado la posible relación entre la exposición al radón y otros tipos de cáncer, como el cáncer de piel, aunque los resultados siguen siendo preliminares.
Al aire libre, el radón se dispersa rápidamente y no representa un riesgo significativo. Sin embargo, en espacios cerrados y mal ventilados, especialmente en plantas bajas y sótanos, puede acumularse en concentraciones peligrosas, llegando a superar los 10 000 Bq/m³ en casos extremos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la exposición prolongada al radón es responsable de entre el 3% y el 14% de los casos de cáncer de pulmón en el mundo, siendo la segunda causa después del tabaco.

Cómo entra el gas radón en los edificios
El gas se filtra desde el subsuelo a través de grietas en pisos, muros o uniones, así como por huecos de tuberías o desagües. También puede escapar de los materiales de construcción, especialmente si proceden de zonas ricas en uranio. Las concentraciones varían notablemente incluso entre casas vecinas debido a diferencias en ventilación, tipo de suelo y estructuras.
Según la OMS, la medición del radón en interiores debe hacerse durante al menos tres meses usando detectores pasivos, siguiendo protocolos nacionales para garantizar resultados precisos.
Las concentraciones medias anuales no deberían superar los 100 Bq/m³, aunque se acepta un límite máximo de 300 Bq/m³ en casos justificados.
A pesar del riesgo, es un problema que se puede solucionar de forma eficaz
Tenemos, por tanto, un enemigo invisible, que es nuestra mayor fuente de radiación, una de las principales causas de cáncer de pulmón, y cuyo nivel no podemos predecir sin una prueba. Afortunadamente, a pesar de este panorama, no estamos indefensos. La OMS confirma que existen «métodos probados, duraderos y con una muy buena relación coste/eficacia» para reducir los niveles de radón.
El primer paso es siempre medir, lo cual puede hacerse de forma sencilla y económica con pequeños detectores pasivos.
Es un error común pensar que, si una casa en un vecindario es segura, todas las demás también lo serán. La realidad es que «las casas que están al lado unas de otras pueden tener distintas concentraciones de radón en el interior». Esto se debe a que los niveles dependen de factores muy localizados, como la geología específica del suelo justo debajo de tu vivienda y las vías de infiltración únicas de tu construcción.
Por eso, la única medición que importa es la que se realiza en tu propio hogar.
Si se confirman niveles elevados, algunas de las soluciones para minimizar el riesgo son sencillas, duraderas y accesibles. Entre las medidas más efectivas destacan:
- Mejorar la ventilación general y, en especial, la del forjado.
- Sellar grietas y fisuras en suelos y paredes en contacto con el terreno.
- Instalar sistemas de evacuación de radón en sótanos o bajo los pisos sólidos.
- Incorporar medidas preventivas en nuevas construcciones, especialmente en zonas con suelos graníticos o de alta permeabilidad.
Los sistemas pasivos de mitigación pueden reducir los niveles en más del 50%, y su combinación con ventilación activa puede lograr reducciones todavía mayores
Respuesta global
La OMS y autoridades internacionales promueven la regulación, medición y mitigación del radón como una cuestión prioritaria de salud pública, integrándola en políticas contra el cáncer y la calidad del aire interior.
Conocer el origen, desintegración y riesgos del radón nos permite actuar de manera preventiva para proteger nuestra salud y la de los nuestros frente a este gas invisible pero mortal.
Mantente informado, mide los niveles en tus espacios y aplica medidas para reducir la exposición.
La prevención es la mejor defensa, y empieza con una buena medición y una detección fiable.
En SIOLAB te ayudamos a evaluar la presencia de radón en tus espacios, identificar los niveles de exposición y aplicar soluciones eficaces para reducir el riesgo.
